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Carta a mi padre

Carta de agradecimiento a mi padre

Hoy te agradezco y honro cada una de las experiencias que pasamos juntos y que, sin duda, nos hicieron mejores personas, mejor padre y mejor hijo.

Hoy hace 1 año que nos dejaste. 365 días en los que has dejado un gran vacío en la familia. Todos te echamos de menos. Parece mentira cómo esa maldita enfermedad, a la que llaman cáncer, puede arrasar con una vida en cuestión de meses… Supongo que nadie está preparado para la pérdida de un padre…

Es difícil no sentir aún el dolor que me produce el no escuchar el sonido de tu voz al otro lado del teléfono. Es difícil no sentir el dolor de no haberme podido despedir en condiciones. Recuerdo con tristeza y mucho dolor nuestra última vez juntos, cuando al despedirte me dijiste: –Siento no haber estado mejor– Yo me fui todo el viaje de vuelta a Tenerife llorando como nunca antes lo había hecho, porque a pesar de todo lo que tenías encima, ¡todavía me pedías tú perdón a mí! ¡por estar enfermo!… ¡Qué generosidad papá! ¡Qué grande! … Hasta en tus últimos días te preocupabas de nosotros…

Te echo de menos

Tu muerte es uno de los momentos más tristes a los que me he enfrentado en la vida y para lo cual no estaba preparado, pero no me culpes por favor, ¿quién puede estar listo para terminar una relación con un padre? Ha sido tal el impacto de tu pérdida que todavía lloro tu ausencia. En el fondo siempre he tenido la esperanza de tenerte ahí. Aunque no puedas creerlo, tu sola presencia me daba mucha confianza y seguridad, cualidades que me aportabas y que se han tambaleado con tu pérdida.

Todavía teníamos muchas conversaciones pendientes, conversaciones importantes que nos hubieran venido bien a los dos. A los pocos meses de irte, mamá me dio una carta tuya, una carta en la que me pedías perdón por una serie de cosas ya que no encontrabas el momento de hablar conmigo. Es curioso, yo siempre quise hablar de esos temas contigo, pero tampoco encontraba el momento ideal. Pero es que, ¡qué diantres!, nunca hay momentos ideales cuando la vida nos niega más tiempo.

Lei tu carta delante de mamá y tuve que contener las ganas de llorar. Ella también te echa de menos y no quería que pasara un mal rato… Caray papá, ¿porqué no hablaste conmigo? … Podría haberte tranquilizado en algunas cosas…

En fin, es igual, sé que me estarás leyendo desde alguna parte, confío en que, de algún modo, te llegará el mensaje. Sabes que hace tiempo dejé de ser creyente, pero tengo una cierta intuición de que te llegarán estas líneas de una forma u otra…

«…fuiste fuerte y un luchador que siempre supo salir adelante.»

No puedo aceptar tus disculpas

Primeramente he de decirte que no puedo aceptar tus disculpas, me duele en el alma que te hayas ido pensando en que hiciste algo mal conmigo, con mi educación o con lo que sea. Es cierto que hubo un momento en que nuestra relación no pasaba por sus mejores momentos, sobre todo en mi adolescencia. Si bien entonces yo no era capaz de entender muchas cosas, tú tampoco supiste explicármelas. Pero, por favor, no tengas sentimiento de culpa alguno. Tú supiste educarme en muchos valores que, con el tiempo, he sabido aprender y entender a pesar de que pudiera parecerte lo contrario.

Como decía, me niego a aceptar tus disculpas ya que no hiciste nada mal. Hiciste lo que podías hacer en esos momentos críticos en los que tu hijo mayor se desviaba del itinerario que tú tenías marcado. Hiciste lo que supiste y en base a la educación que tú también recibiste -que ambos sabemos que fue muy estricta-. En aquellos momentos de juventud yo no entendía muchas de las decisiones que tomabas, pero el tiempo todo lo cura. El tiempo te hace ver las cosas desde otro punto de vista y con el paso del mismo, pude ver cómo tu forma de ver las cosas fue tomando otro cariz. Con mis hermanos, sobre todo con el pequeño, suavizaste más las formas y las decisiones no fueron tan estrictas. Eso me hizo entender que tú también estabas aprendiendo a educar unos hijos y que, quizás, a mí me tocó la peor parte de todas por ser el primero, por ser el mayor.

«Tu muerte es uno de los momentos más tristes a los que me he enfrentado en la vida»

Así que por favor, no te quedes con las cosas negativas de nuestra vida. Te ruego, te pido de corazón, que pienses en las buenas de ahora en adelante. Venga, yo te ayudo….

Recuerdos

¿Recuerdas mi primer viaje en moto? Yo lo recuerdo perfectamente. Vivíamos en la isla de Ibiza, en Santa Eulalia del Río y te recuerdo a tí con el pelo semi-largo y con patillas llevándome a pasear en moto. Tú con esa melena al viento y llevándome a mí sentado en el manillar. Era la primera vez que montaba en un chisme de dos ruedas. Hasta entonces solamente había montado en mi triciclo, el de la Policía, ¿recuerdas?. Las primeras experiencias nunca se olvidan y ésta es una de las más dulces y divertidas que recuerdo de ti conmigo.

También recuerdo el primer y único día que montaste con nosotros en una noria. Fue cuando vivíamos en Madrid, en el parque de atracciones. Recuerdo como si fuera ayer cómo tu cara iba cambiando el gesto a medida que la cabina, con todos nosotros dentro, ascendía hacía el cielo. Sí, es lo que tienen las norias, que suben y bajan. Pero ¡maldita sea! alguien decidió parar aquello cuando estábamos en lo más alto, momento en que tu cara pasó de la tensión absoluta al «desencaje total». Comenzaste a gritar –¡No os mováis, por el amor de Dios, no os mováis!¡Sentaos, estaros quietos!– Y nosotros intentábamos explicarte que la noria se paraba para que pudiera subirse más gente en las demás cabinas, para tranquilizarte, pero nada… Tú ya no nos escuchabas. Nosotros nos reíamos y tú nos gritabas por miedo. Claro, a tí nadie te había dicho que la noria paraba tanto tiempo allá arriba. No obstante, en realidad fueron 5 minutos, pero para ti ¡fue toda una eternidad!
Aunque no lo creas, recuerdo ese día con mucho cariño. En el fondo de mí sabía que lo habías hecho por nosotros. Habías subido a aquella noria inmensa (desde la que se veía todo el parque y parte de la ciudad de Madrid) a pesar de sufrir vértigo, cosa que yo desconocía. Pero tú lo intentaste y eso es de agradecer.

Otro precioso recuerdo que guardo contigo es el día en que cumplí la mayoría de edad, 18 añitos. Ese día fue muy especial para mí. Tú y mamá me preparasteis un bonita sorpresa. Me llevasteis al Café de Paris de Playa de Las Américas a tomar una copa y ver un espectáculo de Jazz en directo. Fue la primer vez que escuché Jazz en mi vida y recuerdo que me encantó, que algo en mí cambió a partir de esa experiencia en lo que a cultura musical se refiere. Después fuimos a jugar al bingo. Creo recordar que fue en el casino del hotel Gran Tinerfe. Otra experiencia que pude compartir contigo y con mamá. ¡No sabes qué bien lo pasé esa noche! Sobre todo por ser la primera en la que salimos los tres solos, he hiciste que fuera especial, te lo aseguro.

A ti te gusta mucho la música y siempre quisiste que escuchara música de la buena. Recuerdo con mucho cariño cuando me regalaste una cintas de VHS con conciertos de Supertramp, Bruce Springsteen, The Band, Eric Clapton… Madre mía papá ¡qué música tan gloriosa!

«Tan sólo espero, papá, haber estado a la altura de tus expectativas.»

Tú con mamá
Tú con mamá. La última foto que tengo de vosotros juntos.

Me has enseñado mucho

En fin papá, tampoco quiero aburrirte con historias que ya conoces. Seguro que tú sabes la de cosas positivas que vivimos juntos, así que no tengas sentimiento de culpa por nada. Ahora que la vida, por desgracia, nos ha separado, hemos de pensar en todo lo positivo. Lo negativo no lleva a ningún lado.

Es cierto que hablábamos poco, pero sé lo mucho que nos amaste, tal vez a tu manera, pero hoy no tengo ninguna duda. Seguro que fuiste mejor padre de lo que fueron contigo y que no fue nada fácil para ti, lo sé, pero fuiste fuerte y un luchador que siempre supo salir adelante.

Hoy me arrepiento de no haber hablado contigo más a menudo cara a cara, y decirte lo mucho que te quería y lo que significabas para mi. De haberlo hecho, tal vez nos hubiésemos abrazado y llorado juntos… Quiero que me disculpes y que aceptes mi perdón. Perdón por no haberlo hecho, por no haberte dicho lo importante que eras para mi.

Hoy te agradezco y honro cada una de las experiencias que pasamos juntos y que, sin duda, nos hicieron mejores personas, mejor padre y mejor hijo. Y como te dije al principio, también está presente la esperanza, la confianza y la seguridad que me infundía tu sola presencia.

Confío en haberme convertido en una persona íntegra, capaz de conocer sus capacidades y de aceptar sus errores, de aportar algo positivo a la vida y a sus semejantes, de guiar con el ejemplo adecuado a mis allegados tal como tú lo hiciste conmigo. De vivir mi vida lo mejor que pueda, como tú me enseñaste.

Tan sólo espero, papá, haber estado a la altura de tus expectativas. Espero haber sido un buen hijo, que estés mínimamente orgulloso de mí, a pesar de mis fracasos. Siempre te recordaré como un hombre de mundo que se preocupó por la correcta educación de sus hijos, y he de decirte, querido padre, que es una tarea que has cumplido con creces.

Estoy muy orgulloso de ti. Te quiero.

Sí, lo sé, he tardado nada menos que 1 año en decirte todo esto, pero créeme, antes no estaba preparado para hacerlo. Te echo de menos. Mucho.

¡Gracias por todo lo que me has dado!