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Arya la guerrera

Arya, la guerrera

Tener el afecto y el cariño de una gata tricolor no tiene nombre. Hay que vivirlo, hay que experimentarlo para saber lo que es.

Aquí estoy, tumbado en la cama e intercambiando miradas con ella, que parpadea con indiferencia y mira hacia un lado y hacia otro porque sabe que cuando llegue el momento, cuando ella quiera, empezará a darme la lata para que le abra la puerta.

Para ella es fácil. Tan sólo tiene que maullar constantemente mirando hacia las ventanas. O bien puede rascar la puerta insistentemente. O bien puede corretear por toda la habitación y dar un salto repentino en la cama, para llamar mi atención, simplemente porque sabe que todas esas cosas me fastidian mucho cuando intento quedarme dormido…

Arya la guerrera

Detrás de esa puerta, en el exterior, hay para ella todo un mundo de sensaciones y de libertades que no puedo ni quiero negarle, aunque he de admitir que cada vez que sale por ella algo pellizca mi corazón advirtiéndome, en cierta manera, que existe alguna posibilidad de que no regrese, de que encuentre algún percance en su aventura que le impida volver a casa.

Arya la guerrera
Arya en su camita

Pero es que Arya es muy guerrera, es muy chula, siempre se hace la interesante -¡qué gato no!- y se pasea por los tejados y los muros con paso firme y decidido, cual leona en busca de su presa. No sé, de algún modo, cuando la veo, me transmite esa seguridad de saber que volverá sana y salva.

El gato Lucas

Estos días está recibiendo la visita de un amigo. Un gato delgado aunque muy bonito, mezcla de birmano o de siamés, de color grisáceo con las patas blancas y los ojos azules como el cielo. Muy guapo para echárselo de novio. Harían bonita pareja.

El gato, al que llamamos Lucas, aparece todos los atardeceres a eso de las 19:30 horas para comer su ración de pienso. Siempre le dejamos en una esquina, encima de un tejado, algo de comida para ver si sube de peso. ¡Y vaya si lo hace! En sólo 2 semanas ya se le ve alguna evolución positiva.

Aunque aún es algo desconfiado, poco a poco se acerca más, ya sabe quién es el que pone la comida y cada día se muestra más generoso.

Arya está como loca. Cuando lo ve a través de la ventana se le van las 7 vidas en salir de casa, y claro, la dejo salir para que «enamore» o para que controle el territorio, según se quiera ver. Arya está esterilizada, pero como toda gata, es muy suya, se hace la interesante y sale a decir –aquí estoy yo y aquí mando yo– 🙂

De momento se porta bien. De momento vuelve a casa siempre, excepto algunos días que decide quedarse algo más de tiempo y regresa al día y medio o dos días. Cuando lo hace, volvemos al punto de partida. Duerme todo el resto del día y espera a la noche para volverme a dar la lata para salir…

¡Volvemos al punto de partida!